jueves, 2 de febrero de 2017

19. 1 Juan 2:20-21 - La unción les confirma la verdad.




20 Pero vosotros tenéis unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis. 21 No os he escrito porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad.


Antes de hablar más de estos anticristos y las mentiras que ellos proclaman, Juan les da seguridad a los verdaderos discípulos, que ellos saben la verdad, que no son como estos anticristos que andan tras nuevas enseñanzas o revelaciones. La razón por la que saben la verdad, es porque tienen la unción del Santo.


Juan les está haciendo referencia al momento en que recibieron al Espíritu Santo, como fruto de creer el evangelio del Señor Jesucristo.


1 Corintios 2:12 LBLA
Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente,


El Señor Jesús mismo, había prometido que se nos enviaría al Espíritu Santo cuando el partiera...


Juan 14:26 LBLA
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.


Precisamente, lo que el Señor había prometido que el Espíritu Santo haría es enseñarnos todas las cosas y recordarnos lo que nuestro Señor había dicho.


Esta es la misma promesa del nuevo pacto que habíamos visto en Hebreos 8.


Hebreos 8:10-11 (LBLA)
10 Porque este es el pacto que yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y las escribiré sobre sus corazones. Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. 11 Y ninguno de ellos enseñara a su conciudadano ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.


Entonces, podemos tener la seguridad, de que si el Espíritu de Dios está en nosotros, Él nos va a guiar a toda verdad y nos cuidará de no ser engañados. Como veremos más adelante, esto tampoco quiere decir que no necesitamos de enseñanzas o de estudiar la palabra. El mismo pasaje de Juan que acabamos de ver dice que el Espíritu nos recordará todas las cosas que Él nos ha dicho, lo que nos indica que necesitamos saber las palabras que el Señor dijo, y que el Espíritu nos recordará.


El rol del Espíritu Santo en llevarnos a toda verdad, se puede ilustrar en el diálogo de dos discípulos a los que el mismo Señor apareció después de resucitar....


Lucas 24:32 (LBLA)
Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?


Aplicación:

El Espíritu Santo en nosotros, nos confirma cuando la palabra o enseñanza que recibimos es de Dios, anima a nuestros corazones a recibirla y obedecerla, y por otro lado, también nos advierte cuando una enseñanza no viene del Señor. Al menos lo suficiente para que estemos alerta y verifiquemos en la escritura. Juan escribe confiado en que los verdaderos discípulos saben la verdad. Pudieran estar confundidos con la enseñanza falsa de los anticristos, pero dentro de ellos, el Espíritu los guía, saben que algo no está bien.


Por supuesto, no sólo debemos guiarnos por lo que el Espíritu nos guíe, sino también tenemos la palabra de Dios, a la que el apóstol Pedro llama la palabra profética más segura. No porque el Espíritu sea deficiente para enseñarnos, sino porque nosotros somos deficientes para escucharlo, y a veces escuchamos más nuestra propia voz interna que la suya. Unos versículos más adelante, Juan hablará de la importancia de permanecer en la enseñanza apostólica como ancla para permanecer en Cristo.
 

Oración:

Padre de toda verdad, Te agradecemos enormemente por el Santo Espíritu que has puesto en nosotros. Gracias porque este nos guía a toda verdad. Te pedimos nos hagas sensibles a su voz, que podamos identificarla claramente, que podamos callar el ruido de nuestros propios deseos para obedecerle. Que nuestro corazón no se resiste a su dirección, y podamos someternos gozosamente a tu dirección. Te pedimos todo esto por medio de tu hijo Jesucristo. Amén!


Pregunta(s) de reflexión:

  1. ¿Has aprendido a ser sensible a la voz del Espíritu y sus advertencias?
  2. ¿Obedeces y verificas cuando algo parece no estar bien?


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com







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