lunes, 13 de febrero de 2017

26. 1 Juan 3:2 - Aún no se ha manifestado la gloria de los hijos de Dios.


2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es.


Los falsos maestros pudieran hacernos creer que como hijos de Dios, la bendición de Dios tiene que darnos privilegios en este mundo. Aún este es el argumento de muchos falsos maestros. "Si Dios es rey, tenemos que vivir como reyes, tenemos que tener lo mejor de lo mejor".


Juan es muy claro, tenemos grandiosas promesas, y por supuesto que experimentaremos mucho de Dios en esta vida, pero aún no se ha manifestado, ni se manifestará en esta vida la plenitud de lo que habremos de ser. Sin duda tendremos la gloria que Cristo tiene, pero esto no será antes de que Él se manifieste en su segunda venida. Por lo pronto, nos toca, como vimos en el versículo anterior, ser rechazados por el mundo, no admirados y envidiados.


Colosenses 3:4 LBLA
Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria.


Filipenses 3:21 LBLA
el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.


Romanos 8:29 LBLA
Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos;


Aplicación:

Estamos destinados a ser hechos a la imagen de su hijo, tenemos la promesa, y tenemos al Espíritu Santo trabajando en transformarnos como Él internamente, pero la gloria exterior la tendremos hasta la manifestación del Hijo de Dios en su segunda venida. Seamos pacientes en esperar esta gran promesa. Sigamos a los apóstoles en despreciar la gloria terrenal por una mucho mejor, el mismo Señor dijo que su reino no era de este mundo.


Oración:

Padre celestial, te damos gracia por tus grandísimas promesas, a las que sin merecer nada, podemos aspirar. Gracias porque nos has hecho tus hijos y nos estás preparando para una gloria mayor. Ayúdanos a perseverar en esta promesa, ayúdanos a  tenerla presente y ver la vida presente, más como preparación que como tiempo de cosecha, pues el tiempo de disfrute, de gloria vendrá. Guíanos por lo pronto a ser más como tu hijo Jesucristo. En su nombre te lo pedimos. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Ves la vida cristiana principalmente como una vida de cosecha para recompensa eterna o estás buscando gloria en este mundo?

Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com




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