miércoles, 8 de febrero de 2017

23. 1 Juan 2:26-27 - Permanezcan en la unción.


26 Os he escrito estas cosas respecto a los que están tratando de engañaros. 27 Y en cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha enseñado, permanecéis en El.


El propósito de escribir estas cosas (acerca de los anticristos, del amor al mundo, de cómo es la comunión genuina con Dios), no es de enseñarles algo nuevo que no sabían. El propósito es reafirmarlos en la verdad, pues un grupo de Anticristos está tratando de engañarlos.


Pero de ellos (los verdaderos discípulos), dice, "ustedes tienen la unción de Dios y esta permanece en ustedes, por lo cual, no tienen necesidad de que nadie les enseñe". Juan está escribiendo una defensa de la fe verdadera, la cual es confirmada por la unción del Espíritu de Dios.


No quiere decir entonces estos versículos, que cuando tenemos el Espíritu Santo en nosotros, ya no hay necesidad de maestros. La enseñanza de la palabra es necesaria precisamente para verificar que nuestros corazones no se hayan apartado de la verdad, que nosotros sigamos permaneciendo en la comunión del Padre y del Hijo, y en la unción del Espíritu. De esta manera, la palabra de Dios escrita "La palabra profética más segura"  y la unción del Espíritu que nos guía a toda verdad, son el complemento perfecto que nuestro Padre nos da para que podamos verificar si estamos en Él, si nuestra comunión es genuina, y si en verdad estamos permaneciendo unidos a Él.


Ciertamente el Espíritu habla a nuestros corazones, pero nuestro corazón es falible, por lo que cada pensamiento, sentimiento, palabra profética, debe ser verificada con la escritura. Ciertamente Dios nos habla por medio de la predicación de la palabra, pero los maestros somos falibles en el mejor de los casos, y tristemente, algunos de ellos, engañadores en el peor de los casos, por lo que debemos hacer caso cuando el Espíritu que está dentro de nosotros nos indica que algo no está bien, y verificar cada enseñanza con la palabra de Dios.


También debemos verificar si verdaderamente estamos en la fe. Hay tantas personas que dicen tener el Espíritu Santo dentro de ellos, pero su comportamiento es muy opuesto a lo que nos enseñan las escrituras, esto no puede ser, es una gran inconsistencia. Así es que también debemos verificar si realmente somos de los verdaderos discípulos, los que tienen la unción del Santo, el Espíritu de Dios morando en sus corazones.


El apóstol Pablo encontró este problema en la iglesia de Corinto. Esta iglesia tenía demasiados problemas con el pecado, muchos de sus miembros andaban como los que no conocen a Dios. El apóstol es muy claro con ellos y les dice examínense para ver si realmente están en la fe...  


2 Corintios 13:5 (LBLA)
Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos de que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba?
   
Tenemos que ser muy claros en este punto. El asistir a una iglesia no nos hace creyentes, el saber doctrina bíblica no nos hace creyentes, el cumplir ciertos rituales o hacer alguna oración no nos hace creyentes. El verdadero creyente es el que ha recibido esta unción del Santo, el que ha nacido de nuevo, experimentando un cambio de corazón.


Como ya vimos también, el cambio de conducta y pensamiento del creyente es progresivo. Cuando un cristiano actúa carnalmente puede deberse, no a que su relación no es genuina sino que no ha madurado. Pero si los años pasan, y el cristiano no ha cambiado, si peca sin que el Espíritu lo redarguya, y no se ven avances en su vida, definitivamente tiene que ponerse a prueba para ver si está en la fe. Si en su vida no ha sucedido lo que la palabra dice que pasa con un nacido de nuevo, es necesario ponerse a prueba.  


Aplicación:

Nuestra permanencia en Cristo es lo más valioso en la vida del creyente. Cristo es nuestra justificación y santificación y redención. Apartados de Él no somos nada, no servimos para nada, mas que para ser quemados (Jn 15:4). El cristiano debe guardar esta relación con el Señor más que cualquier otra cosa en el mundo, es su vida, literalmente es su vida eterna, no tengamos esto como algo de poca importancia. Pongámonos a prueba regularmente, atesoremos la fe en Cristo Jesús como nuestro tesoro más grande en la vida.

Oración:

Santo Padre, no hay nada más valioso que tener comunión contigo, no hay tesoro más valioso que debemos cuidar. Concédenos por favor el tener esto bien grabado en nuestro corazón. Que nos dispongamos a permanecer en tí, a cuidar la permanencia de esta relación como nuestra vida, que de hecho lo es. Ayúdanos a permanecer en tí, a permanecer en tu palabra, a permanecer en tu amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.


Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Es tu relación con Dios verdaderamente el tesoro más grande de tu vida?
  2. ¿Estás permitiendo que el Espíritu de Dios y su Palabra sean tu guía?

Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com








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