lunes, 20 de febrero de 2017

31. 1 Juan 3:10-12 - Así se reconocen los hijos de Dios.


10 En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. 11 Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros; 12 no como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.


En la cultura hebrea, cuando se quería hacer énfasis en algo, se repetía lo mismo de manera distinta. Así como ahora subimos el tono de voz, o en un escrito usamos mayúsculas, o un color diferente, esto es especialmente notable en los proverbios y los salmos, pero también lo vemos repetidamente en esta carta. Estos versículos reiteran el mensaje de esta porción que hemos estado estudiando.


La formula es fácil:
Si alguien NO practica la justicia, y NO ama a su hermano, entonces NO es de Dios.
Si alguien SI practica la justicia, y SI ama a su hermano, entonces SI es de Dios.


La razón o el fundamento para esta aseveración es fácil. El mensaje que Cristo proclamó desde un principio es que nos amemos los unos a los otros. Quien es de Él, guardará sus mandamientos, quien tiene su vida, podrá y querrá cumplirlos de una mejor manera.


En cambio, quien es del maligno, actuará como Caín, quien asesinó a su hermano porque tenía envidia de su hermano.


La epístola del apóstol Santiago nos habla un poco sobre el origen de las guerras y los conflictos:
Santiago 4:1-3 LBLA
4 ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? 2 Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. 3 Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.


Aplicación.

Así como Santiago va a la raíz del problema, nosotros debiésemos de examinar más seguido donde está la raíz de de nuestras obras, de nuestra conducta y de nuestros hábitos. ¿Es la vida de Dios que los está impulsando? ¿O son los deseos de envidia y codicia?


Muchas veces pensamos que nuestros problemas de carácter son un problema de control, mientras la biblia nos menciona que es un problema de raíz, de la vida que provoca ese carácter, esas obras o esos hábitos. Ciertamente el dominio propio también es algo que tenemos que ejercitar, pero debemos de examinar si hay vida nueva en Cristo Jesús que nos está llevando a cambiar nuestra conducta.


Oración:

Amado Padre, ayúdanos a aceptar esto en nuestro pensamiento y en lo más íntimo de nosotros. Si en verdad somos hijos de Dios, si en verdad tuvimos un encuentro contigo, no podemos seguir siendo los mismos, tenemos que experimentar un cambio de vida y conducta. No hay otra forma, así se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo. Permítenos ser honestos al usar este parámetro para examinarnos a nosotros mismos y para evaluar a nuestros maestros. Líbranos del autoengaño, líbranos de no ser honestos por no querer enfrentar la realidad. Que vivamos con temor de Dios y no una religión aparente. Te pedimos abras nuestros ojos, si alguno de nosotros no está andando contigo, te pedimos que si es así, traigas arrepentimiento y vida. En el nombre de nuestro Salvador y Señor. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:


  1. Examina si tu comportamiento en los últimos meses o años corresponde a alguien quien es de Dios y está siendo impulsado por su vida. No te concentres en cambiar comportamientos externos, sino ve a la raíz, ¿La vida de Dios que está en tí te está dirigiendo?

Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com




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