viernes, 3 de febrero de 2017

20. 1 Juan 2:22-23 - El anticristo niega al Padre y al Hijo.



22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre.


Juan empieza a hablar con más detalle acerca de los anticristos. Como mencionamos antes, no eran personas que abiertamente hablaban mal de Jesús o negaban por completo su autoridad. Simplemente negaban que Jesús era el Cristo o Mesías. Cabe aclarar que el verdadero discípulo del Señor acepta que Él es el mesías como lo describe la biblia.


Muchos dicen creer en Jesús, pero tienen su propio concepto de él.  Estos son precisamente los anticristos, los que niegan al Padre y al Hijo, es decir, la relación que hay entre el Padre y el Hijo que Juan describe al principio de su carta y de su evangelio. Algunos niegan su deidad, otros su humanidad, otros lo ven como un gran líder, o como solo un profeta. Todos estos son anticristos. No podemos crear nuestro propio concepto de Jesús o atribuirle nuestra propia ideología. Si creemos y confiamos en Él, debemos aceptar lo que hablan de Cristo las escrituras.


Juan dice, el que confiesa al Hijo tiene también al Padre. Este confesar, también va más allá de asentir algo verbal o intelectualmente. Nuestra sociedad tristemente separa mucho nuestras palabras de lo que realmente creemos, de nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos que dirigen nuestra conducta y nuestros hábitos. El confesar bíblico, implica que nuestra confesión verbal o intelectual está de acuerdo con nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos. Muchos pueden decir con sus labios una teología impresionantemente precisa, pero separan este conocimiento de su diario vivir, quienes enseñan esta manera de vivir, también son anticristos, pues enseñan el cristianismo sólo como teoría, o como mera religión, como un requisito que hay que cumplir con Dios, para luego vivir el resto de la vida como bien nos plazca.


La biblia es muy clara en que debemos dirigir toda nuestra vida por la palabra de Dios, por el Señorío de Jesucristo. La palabra Señor como la enseña la biblia hace referencia a un Amo. Alguien que es absolutamente soberano sobre la vida de la persona que lo llama Señor.


La realidad bíblica debe definir nuestra vida y nuestra realidad. No es un requisito o conocimiento que podamos agregar como un área más que va a complementar nuestra vida. Es una realidad mayor a nuestra vida, que la va a dirigir y gobernar por completo, esta es la manera como Jesús nos enseñó a seguirlo.


Mateo 10:37-39 (LBLA)
37 El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. 38 Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará.
  
El confesarle, también implica que le confesamos como Señor y Salvador en los términos que lo define la escritura.  La verdad debe ser completa para ser verdad, y debemos aceptarla como nos la enseña la escritura. Debemos permitir que Dios y su palabra definan nuestra realidad y no crear "nuestra realidad" propia. Las mismas afirmaciones que Cristo hizo de sí mismo, son sorprendentes, no dijo de sí mismo ser un profeta o un maestro. El dijo ser igual a Dios, dijo que existía antes que Abraham, dijo ser el camino, la verdad y la vida, Dijo "El Padre y yo somos uno". Su verdadero discípulo le reconocerá, le confesará como todo esto y empezará a dirigir su vida detrás de esta verdad.


La biblia es muy clara en que no podemos tener el Padre sin el Hijo, si negamos el Hijo, tampoco tenemos al Padre. No hay otro camino al Padre que Jesucristo, como Jesús mismo lo dijo en Juan 14.


Juan 14:6 (LBLA)
6 Jesús le dijo*: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.


Jesús no dijo que había distintas formas de llegar a Dios, sólo hay una, Dios decidió expresarse a través de su hijo, quien es su imagen perfecta, si conocemos al Hijo, conocemos al Padre. Si no lo conocemos, nos inventaremos alguna otra imagen a nuestra conveniencia, pero esta no será verdadera.


Juan 8:19 LBLA
Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.


Aplicación:

No intentemos buscar otro camino, sigamos la imagen perfecta, resistamos la tentación de hacernos una imagen a nuestro propio gusto u opinión, aceptemos la verdad del Hijo tal y como es, sin distorsión, esforcémonos por conocerlo como Él es descrito en las escrituras, esforcémonos por obedecer sus promesas y conocerlo de forma práctica, al ver su fidelidad cuando andamos en sus caminos.


Oración:

Amado Padre, te damos gracias por la revelación de tí mismo que está disponible para nosotros en tu palabra y en la vida de tu Hijo Jesucristo. Te pido que todos nosotros podamos conocer y abrazar esta verdad. Que resistamos la tentación de creer las mentiras de los falsos predicadores, o de acomodar la verdad a nuestra conveniencia. Que cada uno de nosotros sea movido por tu Espíritu a ser muy honesto en su corazón al leer y estudiar las escrituras, buscando conocer la verdad, buscando aceptar tu dirección. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesucristo. Amén!


Pregunta(s) de reflexión:

  1. Piensa detenida y profundamente si estás esforzándote por conocer al verdadero Cristo que nos presentan las escrituras, o estás buscando hacerte una imagen de Él que nos agrade o sea comoda para tus propios deseos.
  2. Piensa en la trascendencia y consecuencias eternas de no buscar conocer al Dios verdadero.

Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com





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