viernes, 13 de enero de 2017

5. 1 Juan 1:8-10 - La luz que perdona el pecado y limpia la maldad.



8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad. 10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Aunque somos purificados frente al Padre, y aunque nuestros corazones son cambiados por el evangelio, el pecado sigue siendo una realidad en nuestras vidas. Antes estábamos inclinados completamente hacia lo malo, y ahora nuestro corazón desea obedecer a Dios, pero hay en nosotros una naturaleza pecaminosa que aún nos induce a pecar (Romanos 7). Entonces, no debemos practicar el pecado ni tampoco negarlo, sino combatirlo.

Si andamos en Luz, como Él está en luz, entonces nuestra comunión es verdadera, pues hemos sido limpios y estamos siendo limpios por medio del sacrificio de Cristo Jesús por nuestros pecados.

La fe en Cristo no es sólo asentir algo intelectualmente. Es entrar en relación con el Padre que es luz, es nacer de nuevo de parte de Dios, lo cual cambia nuestros corazones y nuestras mentes. Esto es sólo posible por el sacrificio de Cristo Jesús en nuestro lugar.

Puedes ver aquí una explicación de en qué consiste: La salvación en Cristo (puesto que puede ser un poco extenso para el formato de estos estudios, consulta/descarga el documento PDF gratuito en el enlace provisto).

Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad...

La forma de combatir el pecado es por medio de confesión y arrepentimiento, confiando que Dios es fiel y justo.

Proverbios 28:13 (LBLA)
El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.

No solamente nos perdonará inicialmente por el sacrificio que ya hizo en la cruz, sino que nos limpia de toda maldad constantemente. Cristo es nuestra justificación y también nuestra santificación.

1 Corintios 1:30 LBLA
Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, y santificación, y redención,

Estos versículos nos muestran una verdad imprescindible en la vida cristiana. El Cristiano vive en una constante tensión entre la Santidad que anhela y la realidad de que es un pecador. Salvado por gracia y limpiado cada vez que se arrepiente y confiesa sus pecados delante del Señor, pero aún pecador.

El verdadero Cristiano no niega su pecado, ni clama haber llegado a ser perfecto. Reconoce su pecado, pero tampoco lo encubre o permanece satisfecho con el pecado que ve en su vida. Pelea contra el pecado, pero sabe que por sí mismo no puede vencer.

Sabe que no puede vencer, pero tampoco aceptará la derrota, pues sabe que Jesucristo, quien lo justificó, también es quien lo santifica, lo limpia y lo perdona, cada vez que se arrepiente de sus pecados y los confiesa a Dios.

Aplicación:

Vivamos la realidad de esta dinámica de la vida Cristiana que Juan nos describe en este pasaje. Nunca pretendamos decir que no hay pecado en nosotros. Entre más conozcamos a Dios y su Santidad, nos daremos cuenta de lo pecadores que somos. Tampoco aceptemos el hecho del pecado en nosotros para justificar andar en ellos. El verdadero Cristiano se esfuerza en la gracia del Señor. Es decir, No se esfuerza directamente por quitar el pecado en su vida, sino se esfuerza por conocerle más, amarle más y tener una relación más íntima con Él, por medio de la lectura y estudio de las escrituras, la oración y la obediencia a sus promesas, para que el pecado en él vaya perdiendo influencia. Es esta gracia y es este mayor conocimiento y relación creciente con Dios, la que va transformando nuestro corazón, anhelando más a Cristo y su santidad, y haciendo el pecado cada vez menos atractivo para nosotros. Mientras este proceso toma lugar, no negamos ni minimizamos el pecado. Confesamos en arrepentimiento el pecado que identificamos en nosotros, confiando en la fidelidad de Dios para perdonarlo y para limpiarnos de toda maldad.  

Oración:

Amado Padre, ayúdanos a vivir una relación contigo de forma genuina. No permitas que andemos en pecado libremente, ni que lo neguemos como una realidad en nuestras vidas. Ayúdanos a reconocer el pecado que hay en nosotros, ayúdanos a  hacer evidente en nosotros tantos pecados que a veces no notamos, pero tampoco permitas que nos sintamos derrotados. Danos a la vez la humildad y sinceridad para aceptarlos y confesarlos con arrepentimiento, pero danos también la confianza en tu fidelidad, de que tu nos perdonas todo pecado confesado y que tú nos limpias gradualmente de toda maldad.

Ayúdanos a  no desmayar en esta batalla de la fe. Permite que descansemos en la confianza de que un día seremos glorificados, totalmente libres del pecado, libres para que nuestra comunión contigo no sea estorbada. Te lo pedimos en el nombre de nuestro mediador, salvador, justificador y santificador, tu Hijo Jesucristo. Amén!

Pregunta(s) de reflexión:

  1. ¿Has hecho del arrepentimiento genuino y la confesión una parte activa de tu caminar Cristiano?
  2. Medita en cómo tratas con el pecado en tu vida diaria, para no estar contento con tu situación pecadora, pero vivir en la confianza de que Dios nos perdona cuando nos arrepentimos y confesamos.


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com


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