miércoles, 15 de marzo de 2017

48. 1 Juan 4:14-16 - Hemos llegado a conocer el amor de Dios.


14 Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él.


Tenemos el testimonio de los apóstoles y de la historia de que el Padre envió al Hijo para ser salvador del mundo, esto requiere una respuesta, debemos confesar a Jesús como hijo de Dios.


Lo hemos dicho varias veces durante el estudio de este libro, el confesar no es sólo decir algo, el confesar que Jesús es Hijo de Dios implica al menos lo siguiente:


1. Que le reconocemos como igual a Dios.
2. Que reconocemos que fue enviado al mundo como hombre.
3. Que reconocemos su obra redentora como sacrificio sustituto por nosotros.
4. Que lo anterior implica que no sólo lo digamos, sino que rindamos toda nuestra vida al Señorío de nuestro Dios y Salvador.
5. Al rendir nuestra vida a Él y querer conocerle, andaremos como Él anduvo.


Esta es la respuesta de la que Juan habla en el versículo 16. Nosotros hemos llegado a conocerle y hemos creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Si en realidad creemos que Dios nos ama y que nos quiere dar lo mejor, pues nos dio aún a su Hijo, buscaremos guardar su palabra y permanecer en amor, pues Dios es amor.


Aplicación:

Si hemos llegado a conocer el amor de Dios, quien envió a Jesucristo como Salvador del mundo, debemos de responder adecuadamente. Confesemos a Jesús como el salvador del mundo y como el Hijo de Dios, no solamente de palabra, sino de todo corazón y con todas nuestras fuerzas.


Dispongámonos día a día a andar en su palabra, guardar sus mandamientos y específicamente a andar en amor. En amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.


Oración:

Padre Celestial, gracias por amarnos a tal grado, y por hacernos conocer tu amor, aunque quizá nunca comprendamos verdaderamente la magnitud, ayúdanos a responder adecuadamente en fe. Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos, sino para tus propósitos, para amar y hacer bien a nuestros hermanos. Te pedimos este en el nombre de Cristo Jesús. ¡Amén!


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com



No hay comentarios.:

Publicar un comentario