martes, 7 de marzo de 2017

42. 1 Juan 4:5-6 - El que no es de Dios no nos oye.

5 Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. 6 Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.


Vimos en los primeros versículos del capítulo, que los espíritus de los profetas o maestros son probados por lo que hablan y enseñan. De esta misma forma, se prueban los espíritus de los que oyen y los siguen.


Los que son de Dios, los que tienen su vida, querrán la palabra de Dios como alimento. Aún aunque estuvieran por ignorancia siguiendo a un falso profeta, algo en su corazón no los dejará en paz, el Espíritu Santo les indicará que esta enseñanza no está bien, y los guiará a estudiar la palabra o a conocer la verdad por medio de la enseñanza correcta de las escrituras. Mayor es el que está en ellos que el que está en el mundo.


Los falsos profetas tendrán adeptos del mundo y el mundo los escuchará y los seguirá, no así los hijos de Dios, al menos no permanentemente.


De la misma forma son probados los seguidores de los maestros que enseñan la palabra de Dios. Aunque la palabra sea dura, aunque la invitación sea a tomar la cruz, la vida del espíritu en los oyentes que son de Dios los impulsará a renunciar a su propia vida para seguir las enseñanzas del Señor. Los que no son de Dios, no podrán soportar esta enseñanza, finalmente seguirán a algún falso profeta, se retirarán de la iglesia, o simplemente continuarán sólo oyendo, sin hacer de la enseñanza de la palabra algo práctico y real en sus vidas.

Aplicación:

La clave de la victoria sigue siendo el que está en nosotros es mayor que el que está en el mundo. No sólo tenemos la palabra de Dios que nos dice que es lo correcto, sino la vida del Espíritu que nos impulsa a vivir estas verdades.


El apóstol Pablo, al inicio del capítulo 2 de Filipenses, para decirles que sean de un mismo sentir, dedicados a un mismo propósito y a renunciar a intereses personales, apela a un estímulo en Cristo, a la comunión con el Espíritu.


Filipenses 2:1-4 (LBLA)
1 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, 2 haced completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. 3 Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, 4 no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.


Es esta comunión, y este estímulo del Espíritu el que nos llevará a tener una vida de entrega y obediencia al Señor. De escuchar, no sólo como el que oye algo, pero que en realidad no lo cree y no lo hace, sino como el que escucha la enseñanza y deja que esta forme sus pensamientos, sus acciones y sus hábitos.


Oración:

Padre de verdad, la única esperanza que tenemos  de vida es tu Santo Espíritu en nosotros. Te pido que si alguien de nosotros aún no tiene tu vida, lo lleves a arrepentirse y a entregarse completamente a tí. Para los demás, te pido que nos permitas dejarnos guiar por tu Santo Espíritu a toda verdad. Que aceptemos tu palabra y rechacemos las palabras cómodas de los falsos maestros, te pido que formes una convicción fuerte en nosotros para conocer y seguir la verdad. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús nuestro Señor. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Qué características tiene para tí una buena predicación o enseñanza? ¿Es sólo que sea amena o entretenida? ¿Quizá que sea práctica para lograr tus metas en tu diario vivir? ¿O la vida que está en tí pide palabra de Dios, que sea verdaderamente bíblica, que confronte y rete nuestra vida a seguir al Señor, aún muriendo a nosotros mismos?


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com


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