jueves, 9 de marzo de 2017

44. 1 Juan 4:9 - La manifestación del amor de Dios.


9 En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El.


La naturaleza del Dios de amor que vimos en los versículos anteriores se expresó de esta forma: Dios envió a su hijo para que vivamos por medio de Él.


Dios es amor y es justicia. Su mismo amor lo impulsa a odiar y castigar la maldad. Todo ser humano, por ser rebelde a los mandatos de Dios, siguiendo los pasos de Adán merecíamos la  muerte y condenación eterna. Como Adán lo fue después de la caída, merecíamos ser privados de la gloria de Dios (representada entonces en el Edén) para siempre.


Sin embargo, el amor de Dios se manifestó, en que Dios no queriendo nuestra condenación, pero obligado a impartir justicia, Él envió a su propio hijo a morir y recibir el castigo de su ira en vez de nosotros.


Juan 3:16-17 LBLA
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.


De esta manera, podemos decir que Dios resuelve un conflicto entre su amor por nosotros y la impartición de su justicia. Dios nos amó de tal forma y con tal magnitud, que entregó al Ser más amado y más valioso del universo para que sufriera el castigo de su propia ira en vez de nosotros.


No sólo esto, sino que ahora el hijo de Dios intercede por nosotros y nos ha dado su Espíritu Santo para que nuestro espíritu sea vivificado y podamos tener una relación personal con Dios, como decía Juan al inicio de su carta, hemos sido llamados a la comunión del Padre y del Hijo, y podremos volver a la gloria de Dios de la cual se nos había privado.  


Aplicación:

Dios nos ha amado tanto, que al precio más alto, nos ha rescatado literalmente del infierno y nos ha llamado a su gloria. Recibamos con gusto y gratitud tan grande amor y sacrificio, no recibamos solamente su sacrificio como salvación de la condenación, sino como nos dice el Apóstol Pablo en el capítulo 2 de Filipenses, ocupémonos en nuestra salvación con temor y temblor. Esforcémonos fuertemente en entrar a la vida eterna.   


Oración:

Padre eterno, que podamos ver al menos un poco de tu gran amor, que seamos cada vez más sensibles a cuál era nuestro destino eterno, cuál es ahora nuestra esperanza de salvación y gloria y el precio tan alto que costó. Que podamos tener una revelación de tu gran amor, en esta, la más grande manifestación de amor que pueda existir. Te pedimos nos des ojos para ver. En el nombre de tu Hijo Jesucristo. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:

  1. Medita profundamente en la manifestación del amor de Dios. Cómo nos ha amado a tal grado de cambiar nuestra eternidad, nuestro destino y nuestro corazón, a un gran y enorme precio.


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com



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