viernes, 31 de marzo de 2017

60. Resumen final de 1 Juan.


1 Juan es una carta que el apóstol escribe en sus últimos días de vida, ya anciano y como el último sobreviviente de los discípulos que vieron al Señor en persona. Escribe esta carta como una defensa de la fe verdadera ante el surgimiento de las primeras herejías y los primeros ataques importantes de anticristos o falsos maestros.


En su carta, el apóstol  nos da una maravillosa descripción de lo que es el verdadero evangelio y cómo se ve en nuestras vidas.   


Preguntas de Aplicación Final:

1.      ¿Cuales son las verdades básicas de 1 Juan?
2.      ¿Cómo se aplican estas verdades a mi vida?
3.      ¿En vista de estas verdades, qué cambios deberían hacer en mi vida?

Reflexión final:

El verdadero evangelio consiste en volver a una relación de compañerismo y de pacto con el Dios del universo que se perdió en la caída con la desobediencia de Adán y Eva. Desde este evento, la humanidad decidió vivir en un mundo sin Dios, viviendo nuestras vidas bajo nuestro propio concepto del bien y el mal, cuya principal característica es el egoísmo, el ver por nosotros y en el mejor de los casos por los nuestros, antes que por los demás.


Este es el problema por el que el mundo es un lugar de maldición, este es nuestro verdadero enemigo, y de lo que debemos ser libres para llegar a ser una humanidad como Dios la diseñó, que pudiera gobernar su entorno con amor, misericordia y justicia.


Dado que también debíamos ser juzgados por toda nuestra maldad y el deseo de Dios era salvarnos y restaurarnos, Cristo vino al mundo a morir por nosotros y a mostrarnos cómo vivir. Además de librarnos de la culpa, Él nos da un nuevo corazón para que por el impulso y la vida de su Santo Espíritu, pudiéramos ser restaurados, y al seguir al Espíritu de Dios y su palabra, nuestros pensamientos y corazones puedan ser transformados, poco a poco, hasta que seamos parecidos a nuestro Señor, de forma que podamos formar parte de la nueva creación.


Este es el evangelio, y es el propósito de Dios en nuestras vidas, y que Juan reitera de muchas maneras diferentes. El evangelio no es una creencia, no es una serie de nuevas ideas, no es algo para que el hombre pueda llevar una mejor vida, y mucho menos es una forma o un medio para que pueda lograr sus propios sueños y deseos.


El evangelio se trata de una nueva creación, de una nueva vida. Simplemente, el que tiene al Hijo tiene la vida, el que no tiene al Hijo no tiene nada. La vida en Cristo se trata entonces, de recibir esta nueva vida y esforzarnos detrás de ella, para que permee todas las áreas de mi vida y de mi ser. Que defina mi pensar, mi sentir, mis creencias y pensamientos más íntimos, siguiendo al Señor y a sus propósitos.


Entonces, ya no interesan muchos mis planes, deseos, anhelos en este mundo. Mi vida es Cristo, su vida en mí, me va transformando, cambiando los anhelos más íntimos de mi corazón, que están tan apegados a este mundo, de forma que voy pareciéndome más a Él, sus deseos empiezan a ser mis deseos y sus propósitos mis propósitos.


Dios nos lleve a ser persuadidos por el apóstol Juan, a perseguir el propósito completo del evangelio en nuestras vidas. Que no desperdiciemos este invaluable regalo que es Cristo en nosotros, dejándonos engañar por falsos maestros llevando una creencia superficial, o buscando gloria terrenal en vez de la celestial y eterna. Que el verdadero Dios y Señor sea el único que tenga completo control sobre nuestra mente, propósito y anhelos. Te invito a que también hagas de esto tu oración y tu deseo.

Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com


jueves, 30 de marzo de 2017

59. 1 Juan 5:20-21 - Cuidémonos de los ídolos.


20 Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que conozcamos al que es verdadero; y nosotros estamos en aquel que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna. 21 Hijos, guardaos de los ídolos.


El Hijo de Dios ha venido, y nos da el entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero y la verdadera vida. Al final todo depende si realmente creemos en Dios y la vida eterna que nos ofrece para seguirle de todo corazón, o si por incredulidad, dirigiremos nuestra vida detrás de algo más.


El último versículo nos da una fuerte advertencia "guardaos de los ídolos".


Exodo 20:3-5a:
3 No tendrás otros dioses delante de mí. 4 No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No los adorarás ni los servirás;...


Un ídolo no es sólo es una imagen o estatua de un dios antiguo, es algo que adoro o sirvo en lugar o antes que a Dios.


Voy a parafrasear una cita de Tim Keller acerca de lo que es un ídolo:


"Fijamos nuestra vista en algo que consideramos valioso y decimos en nuestro interior "Si tengo eso, mi vida tendrá sentido". Existen muchas maneras de describir este tipo de relación con algo, pero quizá la palabra que mejor la exprese sea adoración".


Fuimos diseñados para adorar, siempre adoraremos algo de esta forma, necesitamos por diseño algo que le dé sentido a nuestra vida. La pregunta no es si adoraremos algo o no, sino si el objeto de nuestra adoración será el Dios verdadero o un dios sustituto, un ídolo.


A veces nos burlamos de las antiguas civilizaciones que hacían un Dios de cualquier cosa, pero nosotros hacemos lo mismo. Tomamos otras cosas para que sean el fundamento de nuestra felicidad y realización como personas, no hacemos una estatua para que les represente, pero igual confiamos en las riquezas, el éxito, el romanticismo, nuestra imagen, para que le den sentido a nuestra vida.


Generalmente pensamos que los ídolos son cosas malas, pero casi nunca es así. Cuanto mejores sean, será más probable que esperemos que puedan satisfacer nuestros deseos y necesidades más profundos. Algunos ídolos potenciales son:


El dinero.
El éxito.
La fama.
Los negocios.
El prestigio.
El Romanticismo.
El entretenimiento.
Los deportes.
La familia.
Los hijos.
La imagen personal.


Cuando hay en nuestra vida, alguna de estas cosas que compite con Dios por nuestro corazón, hemos hecho de esto un dios sustituto. Este es el problema que ilustra el Señor con las riquezas en Mateo 6.


Mateo 6:24 (LBLA)
24 Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


El concepto de servir, está muy ligado con adorar. Nosotros servimos a las riquezas, si hacemos lo que sea necesario para estar en una posición que nos permita disfrutar de sus beneficios. Notemos que nuestro Señor será el dueño de nuestro servicio, es decir, de nuestro tiempo y nuestros recursos


Servimos lo que adoramos, pero en nuestro corazón no hay lugar para dos Señores, siempre tendremos que decidirnos por uno.


Hasta este momento entonces esta es la mejor definición de ídolo a la que puedo llegar:


Un ídolo es cualquier persona, cosa o deseo que compite con Dios por la adoración de mi corazón expresada en la pasión, energía, tiempo y recursos que invierto en ello.   


El problema con los dioses falsos es que siempre fallan, nunca cumplen con lo que prometen. Ninguna cosa fuera de Dios tiene la capacidad de darnos la realización y felicidad permanente que andamos buscando.


Aplicación:

La pregunta que debemos hacernos, no es si tenemos algún ídolo en nuestra vida, creo que todos tenemos algo que al menos está compitiendo por la adoración de nuestro corazón. Las preguntas que debemos hacernos son ¿Cuál es este ídolo? y ¿cómo lo saco de mi vida?


Voy a mencionar dos formas en las que podemos desenmascarar estos falsos dioses. La primera es siguiendo nuestro servicio. ¿En donde estoy invirtiendo mi tiempo y mi dinero? ¿Es en cumplir la voluntad de Dios o en otro deseo? ¿Cuando tienes algunos minutos libres a donde vuela tu pensamiento? ¿Qué te gustaría estar haciendo?


Quizá la forma más efectiva de desenmascarar un ídolo tiene que ver con el siguiente pasaje.


Filipenses 4:4-7 (LBLA)
4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! 5 Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.


Este pasaje nos habla precisamente de regocijarnos en el Señor, que Él sea nuestro deleite, nuestra felicidad y nos dice, por nada estén afanosos, temerosos. Por lo que la pregunta que nos debemos hacer, ¿Qué es a lo que más temes en tu interior? ¿Qué es lo que si llegaras a perder, tu vida perdería su valor?


¿Tu posición económica, el amor de tu esposo o esposa, tus hijos, tu imagen hacia los demás?


Una vez que sabemos contra qué estamos luchando, nuestra única esperanza, es hacer precisamente, lo que Filipenses 4 nos dice, Regocijarnos en el Señor. Debemos conocerlo, invertirle tiempo, hacerle nuestro tesoro, de forma que nuestro corazón lo abrace como la fuente de su gozo, en vez de el dios sustituto que estamos abrazando.
  
Estos ídolos son tan peligrosos que nos pueden llevar a despreciar al Señor "pues amará a uno y menospreciará a otro". La buena noticia, es que Dios guarda al que es nacido de Él. Lo guarda para que no peque, para que triunfe en la batalla de la fe, adorando sólo a Dios y haciendo bien a su prójimo, aún a quienes lo maltratan.


Oración:

Padre de toda gloria, guárdanos de los ídolos, guardanos del maligno, guárdanos de pecar, que nuestro corazón permanezca totalmente ligado a tí. Desenmascara los ídolos de nuestro corazón, trae arrepentimiento, y ayúdanos a conocerte y ver tu gloria, para que podamos adorarte sólo a ti, al único Dios verdadero. Te lo pedimos en el nombre del que te dio a conocer a nosotros, tu hijo Jesucristo. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Pueden identificar algunos ídolos de tu corazón?
  2. ¿Qué puedes hacer para que el Señor vuelva a ser tu deleite?


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com


miércoles, 29 de marzo de 2017

58. 1 Juan 5:18-19 - Dios nos guarda y el maligno no nos toca.


18 Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca; sino que aquel que nació de Dios lo guarda y el maligno no lo toca. 19 Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno.


Primero debemos ser conscientes que vivimos en un mundo bajo el poder del maligno. Generalmente no nos gusta ver el mundo en que vivimos de esta manera, no nos damos cuenta de cómo el sistema que rige a este mundo es tan opuesto a los propósitos de Dios. Definitivamente no estamos en un mundo donde el amor y la compasión es la norma, sino lo opuesto. Este mundo premia el egoísmo y la arrogancia.


¿Nos damos cuenta que el dios detrás de la industria, los negocios, el comercio, la política, la educación, las artes, la recreación y el entretenimiento es Satanás? No que ninguna de estas cosas sea mala en sí misma, pero es Satanás, quien usa y orquesta todas estas cosas, de forma que premia y alienta la rebelión contra Dios, la autosuficiencia, la arrogancia y el egoísmo.


Es importante que estemos consciente de esto, no podemos salir del mundo, no podemos dejar de participar completamente en estas cosas, pero debemos hacerlo con metas y motivaciones totalmente opuestas.


El versículo 18, nos da la confianza de que Dios nos guarda del maligno y todo el poder que tiene de este mundo. Y quiero que veamos en este versículo el contraste que hace con pecar y ser guardado del maligno. Dice "No peca SINO (opuesto) que aquel que nació de Dios lo guarda".


Generalmente cuando pensamos en la protección de Dios, pensamos en que no nos ocurran cosas malas o desfavorables "un accidente, una enfermedad, un mal día de trabajo, etc." Pero de lo que el Señor principalmente nos quiere proteger es de pecar".


Este es el mismo argumento de la oración del Señor o Padre nuestro...


Mateo 6:13 (LBLA)
“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
 
Tenemos que entender que lo que tenemos aquí son dos reinos en conflicto entre sí. El Reino de Satanás en plena rebelión contra Dios, alentando el egoísmo, la autosuficiencia, la arrogancia, el hacerse un nombre y una fama para uno mismo. Con todo un sistema que nos grita desde pequeños que esto es lo que nos traerá felicidad y contentamiento y trascendencia. Pero que sólo nos traerá ruina y perdición, como lo ha hecho durante toda la historia de la humanidad.


Y por otro lado el Reino de Dios, que nos lleva a seguir el ejemplo de Cristo Jesús de amor, de humildad, de compasión, de ver a los demás como más importantes que nosotros mismos. No de buscar un nombre y prestigio para nosotros mismos, sino sólo para el Señor.


Estos versículos nos ilustran la batalla de la fe, la batalla entre estos 2 reinos que ocurre dentro de nuestros corazones durante toda nuestra vida. Este es precisamente el entrenamiento en que estamos para pasar la eternidad en el Reino de Dios.


El apóstol Pablo nos da otra ilustración de esta batalla en Romanos 12...


Romanos 12:17-21 (LBLA)
17 Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. 19 Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor. 20 Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza. 21 No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.


Es una guerra sumamente difícil. No sólo tenemos al mundo alentándonos con todas sus fuerzas para hacernos un nombre para nosotros mismos, para ver por nosotros antes que por los demás, sino que también sufriremos  el mal de nuestro prójimo, y nosotros somos llamados a vencer haciéndole bien.


Aplicación:

Quisiera que todos tuvieramos en mente esta batalla en nuestra vida cotidiana. Cuando nuestro compañero de trabajo, o nuestra esposa, o nuestros hijos nos lanzan una ofensa, no estamos viviendo una batalla entre esta persona y yo por quien tiene la razón, o quién merece más respeto, es una batalla entre el bien y el mal. Es una prueba si voy a vencer el mal con el bien, o voy a ceder a la tentación de ser vencido por el mal.


No quiere decir esto simplemente que voy a ignorar todo conflicto. Puedo ser vencido por el mal enfrascándome en una pelea, o distanciandome de la persona y siendo indiferente. Esto también es pagar con mal.


Lo que voy a hacer, como nos dice el apóstol Pablo, es que le voy a hacer bien. Si mi esposa me ofende, voy a hacerle bien, voy a hablar el problema de forma constructiva, voy a intentar que tengamos juntos esta perspectiva de los dos reinos.


Otra vez, el problema no es lo que ocurre fuera de nosotros, si nuestro cuerpo es lastimado, si nuestras finanzas sufren, el problema es lo que pasa en nosotros, si el bien o el mal triunfan en nuestros corazones. Nuestro cuerpo es temporal, nuestras finanzas no nos las podremos llevar, pero nuestra alma es eterna. Vale la pena luchar por ella.


Oración:    

Padre celestial, esta es una batalla difícil. Definitivamente necesitamos tu poder sobrenatural, por eso tenemos la confianza de que tu nos escuchas, si oramos conforme a tu voluntad. Esta batalla está en el corazón de tu voluntad. Te pedimos que nos ayudes no a ganar una discusión, sino que el bien triunfe en nuestros corazones, danos esta visión de batalla en medio de este mundo malo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. ¡Amén!


Preguntas(s) de reflexión:

  1. ¿Cuando piensas en la protección de Dios, es la protección contra no pecar la que tienes en mente?
  2. ¿Qué pueden hacer hoy para ser más serio e intencional en tu batalla de la fe?


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com


martes, 28 de marzo de 2017

57. 1 Juan 5:16-17 - Pidamos por nuestro hermano.


16 Si alguno ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él Dios dará vida a los que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; yo no digo que deba pedir por ése. 17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no lleva a la muerte.


Este es otro de los pasajes difíciles en este capítulo. ¿Cuales son los pecados que llevan a la muerte o los que no llevan?


Lo primero que tenemos que recordar, es que todo pecado es injusticia y merece muerte si no fuera por nuestro Salvador.


Romanos 6:23 LBLA
Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.


Aún así, las escrituras registran varias ocasiones en que cierto pecado llevó a una muerte inmediata a quienes los cometieron:
1. Nadab y Abiú (ver Lev.10:1-2) - Fuego extraño.  
2. Core, Datan, Abiram, y sus seguidores (ver Num.16); - Rebelión
3. Ananías y Zafira (ver Hechos 5) - Engaño al Espíritu Santo.
4. I Cor.11:29-30 - Se juntaban para la Cena del Señor indignamente.


Hay situaciones específicas donde el Señor determina quitar la vida del pecador inmediatamente, parece ser que la ofensa es demasiado grande, que Dios quita de en medio al ofensor inmediatamente como una advertencia para los demás, y para evitar que este tipo de prácticas se propaguen.


Parece que el común de estas acciones, es que se tuvo a Dios en poco, todos estos casos denotan desprecio por la Santidad de Dios o por su propósito.   


Aplicación:

Siendo estos pecados, la excepción, lo más importante es que podemos pedir al Señor por nuestro hermano, y como veíamos en los versículos anteriores, podemos tener la confianza que Él responderá, dándole vida. Oremos por nuestros hermanos, como si estuviéramos orando por nosotros mismos.


Oración:

Padre de toda misericordia, ayúdanos a recordar que no estamos sólos en nuestra batalla contra el pecado, podemos pedir por nuestro hermano y por nosotros mismos. Ayúdanos específicamente a recordar orar por nuestros hermanos como si nuestra vida fuera la que estuviera peligrando. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesucristo. ¡Amén!

Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Estás amando a tus hermanos en tus oraciones, pidiendo por ellos, o tus oraciones están llenas de tí? Una de las mejores formas de amar, es pidiendo sinceramente por nuestros hermanos.


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com