martes, 28 de marzo de 2017

57. 1 Juan 5:16-17 - Pidamos por nuestro hermano.


16 Si alguno ve a su hermano cometiendo un pecado que no lleva a la muerte, pedirá, y por él Dios dará vida a los que cometen pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que lleva a la muerte; yo no digo que deba pedir por ése. 17 Toda injusticia es pecado, y hay pecado que no lleva a la muerte.


Este es otro de los pasajes difíciles en este capítulo. ¿Cuales son los pecados que llevan a la muerte o los que no llevan?


Lo primero que tenemos que recordar, es que todo pecado es injusticia y merece muerte si no fuera por nuestro Salvador.


Romanos 6:23 LBLA
Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.


Aún así, las escrituras registran varias ocasiones en que cierto pecado llevó a una muerte inmediata a quienes los cometieron:
1. Nadab y Abiú (ver Lev.10:1-2) - Fuego extraño.  
2. Core, Datan, Abiram, y sus seguidores (ver Num.16); - Rebelión
3. Ananías y Zafira (ver Hechos 5) - Engaño al Espíritu Santo.
4. I Cor.11:29-30 - Se juntaban para la Cena del Señor indignamente.


Hay situaciones específicas donde el Señor determina quitar la vida del pecador inmediatamente, parece ser que la ofensa es demasiado grande, que Dios quita de en medio al ofensor inmediatamente como una advertencia para los demás, y para evitar que este tipo de prácticas se propaguen.


Parece que el común de estas acciones, es que se tuvo a Dios en poco, todos estos casos denotan desprecio por la Santidad de Dios o por su propósito.   


Aplicación:

Siendo estos pecados, la excepción, lo más importante es que podemos pedir al Señor por nuestro hermano, y como veíamos en los versículos anteriores, podemos tener la confianza que Él responderá, dándole vida. Oremos por nuestros hermanos, como si estuviéramos orando por nosotros mismos.


Oración:

Padre de toda misericordia, ayúdanos a recordar que no estamos sólos en nuestra batalla contra el pecado, podemos pedir por nuestro hermano y por nosotros mismos. Ayúdanos específicamente a recordar orar por nuestros hermanos como si nuestra vida fuera la que estuviera peligrando. Te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesucristo. ¡Amén!

Preguntas(s) de reflexión:


  1. ¿Estás amando a tus hermanos en tus oraciones, pidiendo por ellos, o tus oraciones están llenas de tí? Una de las mejores formas de amar, es pidiendo sinceramente por nuestros hermanos.


Por: Raúl Orozco. www.EstudiemosLaPalabra.com



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