... y sus mandamientos no son gravosos. 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. 5¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
La segunda razón que hace verdadero el amor por nuestros hermanos, es que los mandamientos de Dios no nos son gravosos. No son una carga pesada por hacer, como bien dijo el Señor Jesucristo, su yugo es fácil.
Mateo 11:30 LBLA
Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera...
Y la razón por la que sus mandamientos no son gravosos, es porque todo el que nace de Dios, todo el que viene a la fe en Cristo Jesús vence al mundo.
Este versículo está muy ligado a un pasaje que ya vimos en el capítulo 2 de esta misma carta, donde Juan describe lo que hay en el corazón del sistema del mundo.
1 Juan 2:15-17 LBLA
15 No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
La pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida no provienen del Padre. El vivir para alimentar nuestras pasiones y para nuestra propia arrogancia es el deleite de este mundo y es completamente opuesto al amor y al humildad que procede de Dios.
Quiero que notemos este contraste y la relación que tiene esto con el cumplir los mandamientos del Señor. Si tu tienes tu corazón en el mundo, el guardar los mandamientos de Dios va a ser muy gravoso. Para el mundo, sujetarse a los mandamientos de Dios es una carga muy grande, imposible de llevar.
Pero si rechazas esto, y haces del Señor y de tu comunión con Él tu deleite, entonces sus mandamientos no serán gravosos y venceremos al mundo, no podremos ser detenidos o engañados por sus pasiones y deseos.
Es por esto que el nacido de Dios vence al mundo, es por esto que el que viene a la fe en Jesucristo puede vencer. Su corazón ha cambiado, ahora tiene nuevos afectos. Su corazón ya no está en las cosas del mundo, y el Espíritu que está en Él lo llevará a vencer la tentación de seguir estas cosas.
Aplicación:
Es muy importante que entendamos esto. Una fe que vence al mundo, no es sólo una que cree intelectualmente en Cristo Jesús, pero que sigue dirigiendo su vida igual que cualquier persona en este mundo.
La fe que vence al mundo, es una que viene por obra del Espíritu Santo, y que cambia nuestros deseos y propósitos. Una fe, que nos va llevando poco a poco a vencer en nosotros la pasíon de los ojos, la pasión de la carne y la vanagloria de la vida. Llevándonos al amor y a la humildad, a ser más como Cristo, de forma que sus mandamientos ya no sean gravosos.
Oración:
Te damos infinitas gracias Padre, por la obra que estás haciendo en nuestros corazones. Te pedimos que continúes cambiandolos, que el hacer tu voluntad y el conocerte sea nuestro deleite, que nuestras pasiones egoístas pierdan terreno en nuestro corazón, de modo que tus mandamientos no sean gravosos, sino que tu yugo sea fácil y ligera tu carga. Te lo pedimos en el nombre de nuestro bondadoso Señor Jesucristo ¡Amén!
Preguntas(s) de reflexión:
- ¿Te es difícil orar, estudiar las escrituras, u obedecer al Señor?
- ¿Qué pueden hacer hoy para que los mandamientos del Señor no sean gravosos en tu vida?
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